Editorial

La salud de las madres y los niños: un desafío postergado

Pese a las múltiples oportunidades que ofreció la segunda mitad del siglo XX con el advenimiento y masificación de las vacunas, las sales de hidratación oral, la disponibilidad de antibióticos, la explosión del conocimiento y el acceso a la información, no hemos logrado superar este desafío, que nos conmueve, nos motiva y está unido a nuestro ser pediatras.

En este momento podemos renovar nuestra esperanza. La Propuesta del Ministerio de Salud de la Nación: La salud de las madres, los niños y las niñas: una oportunidad para la vida, intenta acelerar el lento descenso de la mortalidad infantil, indicador negativo por excelencia que nos ubica desfavorablemente en el concierto de naciones hermanas de América Latina, más aun cuando comparamos nuestro gasto en salud per cápita y nuestra disponibilidad de recursos con los indicadores de salud materno-infantil.

Desde el año 1960, cuando teníamos la mitad de mortalidad infantil que la hermana república de Chile, a la situación actual en que casi duplicamos sus indicadores, han transcurrido cuarenta años de esfuerzo colectivo poco coordinado y centrado en la reparación y no en la prevención.

La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño incorporada a nuestra Carta Magna debe tener expresión concreta en el respeto al derecho a la salud de cada niño. Colocar en la agenda pública en forma permanente, no sólo sensacionalista y esporádica, el silencioso drama que cada uno de nosotros ha vivido tantas veces de asistir a una muerte evitable, al dolor incomparable de esa familia y a la impotencia de ser actores en el capítulo final de una muerte anunciada, por los factores de riesgo presentes no neutralizados oportunamente, por la indiferencia, por el: “no hay turno, vuelva mañana; no tengo plata para el colectivo; no pude cumplir las indicaciones…”.

Nuestra Sociedad ha cumplido un rol de denuncia, de compromiso, aun a veces a costa del enojo de gobernantes de turno, ya que nuestro compromiso fundante habla de la defensa de la causa de la infancia, en esta oportunidad para la vida; una vez más acompañamos con esperanza y compromiso.

Una vez más daremos todo desde nuestros múltiples puestos de trabajo, apoyando el cambio del modelo de atención reparativo hacia uno centrado en la prevención; somos capaces de volver a motivarnos, se necesita el compromiso solidario de todos los gobiernos provinciales y municipales y de otras entidades a las que debemos contribuir a motivar.

La Propuesta, que cuenta con el decidido apoyo político de la máximas autoridades del país, propone como cursos de acción principales la transformación de los servicios de salud, cambiando el modelo de atención reparativa, hacia la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad y la comunicación social, para llevar al seno de la comunidad los conocimientos básicos que contribuyan a una mejor calificación de la demanda.

La Propuesta no se limita al sector público, si bien la mayoría de las madres y los niños son atendidos por efectores públicos dado su progresivo empobrecimiento y pérdida de cobertura de obra social.

Todos estamos convocados a conocer y analizar lo propuesto, a definir nuestro rol, a comentar con nuestros colegas y compañeros del equipo de salud. En esta propuesta se han involucrado otras áreas de Gobierno relacionadas: educación, promoción social, trabajo, desarrollo social; hay acuerdo en que La salud de la madre, las niñas y los niños es responsabilidad de la comunidad en su conjunto y no exclusiva del sector salud.

El logro del objetivo de acelerar el descenso de los indicadores en medio de una crisis económico-social sin precedentes, debe ser un logro compartido de toda la comunidad que sienta que todavía somos capaces de pensar en los demás, de consagrarnos a aquéllos que hemos elegido como sujetos de nuestra vocación, aun cuando nuestra personal situación pueda ser difícil y precaria, en los distintos ámbitos de atención materno-infantil del país.

El sentimiento personal y colectivo de estar participando de este desafío desde los múltiples y diversos lugares de nuestro accionar será, una vez más, el estímulo para nuestro accionar cotidiano ante cada familia, ante cada bebé, ante cada niña o niño que debamos atender.

Dra. María Luisa Ageitos