Cefalea. Dolor de cabeza en infancia y adolescencia

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INTRODUCCIÓN

La cefalea o dolor de cabeza es un síntoma sumamente frecuente en toda la población incluyendo a niños y adolescentes. 

Si bien suele causar mucha preocupación a pacientes y sus familias la amplia  mayoría de las cefaleas obedecen a causas benignas. De todas formas deben siempre ser corroboradas por el pediatra quien está preparado para descartar las causas que aunque sean excepcionales pueden implicar gravedad.


TIPOS y CAUSAS

Hay cefaleas llamadas agudas, no por su gravedad, sino porque son de comienzo reciente y duran horas o pocos días. Acompañan durante su curso a casi todos los cuadros infecciosos comunes , como estados tipo gripal o digestivos con o sin fiebre y luego desaparecen. Casi no hay niño ni adolescente que no lo haya experimentado.

La consulta al pediatra determinará qué tipo de proceso infeccioso se trata. Si  hay erupción y fiebre, ésta debe ser inmediata. 

Hay otro tipo de cefaleas llamadas crónicas porque se repiten a lo largo de semanas, meses o años.

También en este tipo las causas suelen ser cuadros benignos pero deben tener un diagnóstico apropiado ya que el sufrimiento que generan requiere ser aliviado.   

Las presentan alrededor de 1 cada 15 o 20 chicos en edad escolar y la proporción aumenta en la adolescencia. No es habitual en niños menores de 5-6 años. 

La mayoría de las cefaleas de larga duración están representadas por 2 cuadros principales: jaqueca o su sinónimo migraña y cefalea tensional.

Estos tipos de cefaleas se llaman primarias porque no existe ninguna lesión demostrable, no son producidas por una patología conocida y sus mecanismos son discutidos.

La migraña consiste en ataques de cefalea desde 1 vez por día a 1 vez cada varios meses, de intensidad moderada o severa (5 a 9, en una escala de 1 a 10) que duran ½ a 48 hs, raramente 72hs. 

Se describen más abajo características típicas (inconstantes en pediatría y su ausencia no descarta el diagnóstico) :

- la calidad pulsátil del dolor (como latidos en la cabeza) 

- localización de 1 lado de la misma, aunque no siempre el mismo.  

- aura: sensaciones visuales, corporales (similares a los acompañantes) 10-20 minutos antes de la cefalea.

Suele haber en los ataques acompañantes como: algún malestar digestivo (náuseas, vómitos, dolor abdominal), hormigueos en las manos y/o pies y alrededor de la boca, trastornos en la visión (destellos como lucecitas, rayos, zig zag o puntitos negros o borrosa), molestias con la luz (fotofobia) y el ruido (sonofobia). Las crisis se calman con analgésicos habituales a las dosis indicadas por un médico, además de reposo, oscuridad, silencio y frío local. Después de dormir un rato suele desaparecer y superada la crisis el paciente se siente bien.

Tanto durante la crisis como en los intervalos el examen físico es normal 

Son muy frecuentes los antecedentes en la familia (hay tendencia hereditaria  particularmente del lado materno). Pero ocurre que un alto porcentaje de personas no saben que sus cefaleas corresponden a migraña porque asumen que el síntoma, por ser tan frecuente, es parte de la vida “normal” o el cuadro es diagnosticado a veces equivocadamente como “ataques de hígado”, “problemas de cervicales” , “nervios”, “disritmia”(irregularidad en el ritmo eléctrico del cerebro) o “presión alta”. 

El otro tipo frecuente de cefalea crónica es la tensional. Las crisis tienden a ser más prolongadas que en migraña. No se da de 1 solo lado de la cabeza, no es pulsátil si no da sensación de opresión o compresión (como una cincha que aprieta la cabeza) y no tiene los acompañantes de la migraña, salvo alguna molestia digestiva o con la luz o los sonidos.

Ocasionalmente puede producirse por tener largo rato la cabeza, cuello, hombros en posiciones forzadas (computadora, celular) rechinar de dientes.

No es siempre posible diferenciar las crisis dolorosas de migraña de cefalea tensional. Las situaciones desencadenantes de las mismas pueden no ser identificadas y son muy personales pero las hay compartidas por ambas, particularmente el estrés emocional. Este último es muy frecuente y muchas veces no es conocido o identificado por el niño y menos aún su familia. Es importante estar atentos a situaciones que se suelen ocultar como bullying y abuso sexual. Otros desencadenantes que hay que pesquisar son:  actividades intelectuales o físicas muy exigentes (para esta persona), dormir poco o en exceso, exposición prolongada a luz solar o al ayuno, uso de tabaco, consumo de alcohol, marihuana, o en exceso de bebidas cola o con cafeína.

No es esperable que las crisis sean detonadas por alimentos a menos que se encuentre una relación causa-efecto estrecha y constante como por ejemplo quesos estacionados, ajino moto ( característico de la comida china), etc. 


OTRAS CAUSAS  DE CEFALEAS 

Si bien las sinusitis, los problemas de la visión, la hipertensión severa aunque muchas veces inculpadas no causan cefaleas habitualmente, sino dolor en la zona enferma. Vale la pena mencionar que el dolor por sí mismo puede producir elevaciones leves de la presión arterial.

Las lesiones que comprometen al cerebro (tumores, malformaciones) son por fortuna extremadamente infrecuentes.


¿CUÁNDO CONSULTAR SIN DEMORA?

Se debe consultar si una cefalea aguda o crónica, según corresponda, se presenta con alguna de las siguientes características: 


  • súbita explosiva, violenta, muy intensa referida como insoportable, la “peor” alguna vez experimentada, que impide toda actividad o desencadenada con un esfuerzo excesivo/extenuante incluida una relación sexual

  • si otros miembros de la familia presentan al mismo tiempo síntomas parecidos ya que puede tratarse de intoxicación por monóxido de carbono que es un gas sin olor y se produce cuando combustión incompleta de gas natural o calefacción a leña o carbón.

  • si hay dolor de nuca o parte posterior de la cabeza

  • se acompaña  de cambio llamativo de conducta /carácter,  confusión, disminución de la lucidez,  movimientos anormales, falta de movimiento de alguna parte del cuerpo, desviación de un ojo, visión doble, pérdida de equilibrio, trastornos en la marcha, mareos fuertes, dificultades en el habla, convulsión, somnolencia.

  • vómitos reiterados, sobre todo al despertar y fuera de la crisis de cefalea

  • después de un traumatismo craneano (aunque en algunas personas el traumatismo puede ser un desencadenante de una crisis de migraña)

  • si despierta a la noche reiteradamente (puede ocurrir en migraña de forma ocasional)

  • si se presenta al despertar o al pasar de acostado a parado


DATOS PARA OBSERVAR Y REGISTRAR 

El pediatra podrá elaborar un diagnóstico más preciso si cuenta con un registro diario prolongado, realizado por el paciente y/o su familia de determinadas características del dolor. 

Estas son: horario y duración, dónde duele, cuál es la intensidad estimada del dolor en una escala de 1 a 10, con qué se acompaña, a qué se parece el dolor, con qué se alivia y con qué situaciones o eventos se puede asociar como desencadenantes de las crisis.


ESTUDIOS

No hay ningún estudio que confirme o descarte el diagnóstico de cefaleas primarias, ya que éste se basa en los síntomas propios de cada tipo sumado a ausencia de los signos o síntomas de alarma mencionados.

En caso que hubiera sospecha de gravedad los estudios más frecuentemente solicitados para visualizar el cerebro son TAC (tomografía axial computada) y RMN (resonancia magnética nuclear). Con la TAC se obtiene la imagen computarizada de una secuencia de muchas radiografías.  Da un panorama bastante amplio de las estructuras del interior de la cabeza y si bien no permite ver con máxima definición los detalles, es un procedimiento rápido, accesible y  suele ser suficiente. Se puede complementar con inyección de sustancia que es opaca a los rayos y da más información. La RMN ofrece más detalles de todas las estructuras e implica otra técnica usan un gran imán y ondas de radio que no son perjudiciales, requiere bastante tiempo de estar en una estructura tipo “nave espacial” bastante ruidosa. 

Ninguno de estos estudios deben realizarse sin un fundamento claro porque exigen exposición a radiación x (TAC) , eventualmente sustancia de contraste o sedación ocasional (RMN)


TRATAMIENTO DE LAS CEFALEAS

Los analgésicos habituales (paracetamol y ibuprofeno) son útiles y necesarios para calmar cualquier tipo de cefalea. La eficacia varía entre las personas. Las dosis y la forma de administración deben consultarse con el pediatra de cabecera.   

En el caso de la migraña, en las raras ocasiones en que las crisis dolorosas son muy frecuentes e interfieren con la actividad educativa y/o física del paciente existen medicamentos preventivos muy variados para implementar.

Es clave detectar en caso de cefaleas crónicas y particularmente en migraña factores desencadenantes y mejorar hábitos de alimentación y sueño. Los ejercicios de relajación, más fáciles de implementar en adolescentes que en niños han dado buenos resultados en algunos pacientes. 


Comité Nacional de Pediatría General Ambulatoria
Sociedad Argentina de Pediatría