Campaña Nacional: El Vapeo y Sus Riesgos - Vapeo en adolescentes

Vapeo en adolescentes

Nos encontramos frente a un grave problema sanitario: nuestra población joven ha encontrado nuevas formas de consumo de nicotina y otras sustancias tan dañinas como el cigarrillo clásico, el cual provoca más de 8 millones de muertes al año en el mundo y alrededor de 45.000 en nuestro país. Nos referimos a los cigarrillos electrónicos o vapeadores.

En los últimos años, se ha observado un aumento significativo en el uso de estos dispositivos liberadores de nicotina, la sustancia adictiva por excelencia que genera la dependencia al tabaco.

Los cigarrillos electrónicos, de los que existen decenas de modelos y marcas, funcionan con una batería que genera calor. Esta energía calienta una solución líquida colocada en un receptáculo hasta lograr su volatilización (una especie de humo o niebla), la cual es inhalada por la boca mediante una boquilla, llegando a los pulmones como en el acto de fumar.

Estos dispositivos se comercializan en modelos con diferentes potencias y temperaturas. La solución para vapear contiene saborizantes, propilenglicol, diacetilo, glicerina vegetal, acroleína y formaldehído (cancerígenos), entre otros ingredientes, algunos de los cuales son desconocidos o no han sido testeados para inhalación.

La legislación nacional prohíbe su promoción, venta y distribución. Por lo tanto, se desconoce el origen y la forma de manufactura de los distintos dispositivos y soluciones. Sin embargo, existe un activo comercio ilegal, especialmente a través de canales electrónicos, por los que los jóvenes acceden fácilmente a estos productos. Ellos mismos reconocen haber sido incentivados a la compra por sus pares.

En 2023, la Encuesta Nacional Anual sobre Tabaco en Jóvenes (realizada en EE. UU.) reveló que más de 2,1 millones de adolescentes usan cigarrillos electrónicos. Las estrategias de marketing de las tabacaleras han direccionado sus campañas al público joven, con el objetivo de iniciar nuevos consumidores en la adicción, ya que el consumo de tabaco convencional ha disminuido en los últimos 30 años. El diseño de los productos y su packaging están especialmente pensados para atraer a los adolescentes.

Jóvenes atractivos, influencers y celebridades aparecen frecuentemente en redes sociales usando estos productos, generando un efecto comunicacional muy poderoso. Las soluciones para vapear se presentan en miles de sabores tentadores para este grupo etario, como frutas, chicle, chocolate, vainilla, menta, bebidas cola, entre otros.

La última encuesta nacional (2018) sobre consumo de tabaco mostró que el 7% de los adolescentes argentinos usaban estos dispositivos. Ese porcentaje se elevó al 8% en una encuesta de 2023 en estudiantes secundarios de escuelas públicas de CABA.

Además, existen en el mercado líquidos con distintas concentraciones de CBD y/o THC, principios activos del cannabis, que actúan sobre el sistema nervioso central y generan efectos como cambios en la conducta, el humor y el comportamiento. Vapear cannabis puede provocar los mismos efectos nocivos que fumarlo: problemas de memoria y aprendizaje, bajo rendimiento académico, trastornos emocionales como ansiedad y depresión, alteraciones hormonales, trastornos de la personalidad y desarrollo de adicción.

La exposición a la nicotina en el cerebro adolescente, que no termina de madurar hasta aproximadamente los 25 años, puede causar cambios irreversibles. Estos afectan funciones críticas como el aprendizaje, la memoria y la atención. El 80% de quienes se inician en el hábito de fumar lo hacen antes de los 18 años, por lo que la prevención debe comenzar desde edades tempranas.

Los adolescentes que vapean pueden volverse adictos más rápidamente que aquellos que fuman cigarrillos, ya que las soluciones pueden contener concentraciones mayores de nicotina. Además, tienen mayor probabilidad de iniciarse en el consumo de cigarrillos convencionales (uso dual) o pasar al consumo de otras sustancias.

A diferencia de los adultos, los adolescentes no utilizan estos dispositivos como ayuda para dejar de fumar, sino que los usan como puerta de entrada al consumo.

El vapeo puede ser perjudicial para los jóvenes.

Está muy difundida entre ellos la falsa creencia de que el vapeo implica “bajo riesgo”. Sin embargo, no es inofensivo. Implica riesgos reales para la salud y la seguridad, como la adicción y diversos efectos nocivos. Los adolescentes que vapean presentan con mayor frecuencia tos, sibilancias, náuseas, vómitos, dolores de cabeza y mareos.

Desde fines de 2019 se ha descripto una enfermedad respiratoria grave asociada al vapeo, denominada EVALI (Electronic Vaping-Associated Lung Injury), o Injuria Pulmonar Aguda por Cigarrillo Electrónico. Se han reportado alrededor de 60 muertes vinculadas a este síndrome. La EVALI genera una inflamación severa en los pulmones, con síntomas similares a una infección respiratoria aguda grave, que en muchos casos requiere internación en UTI y asistencia respiratoria mecánica. También se han documentado daños en otros órganos (convulsiones, hemorragias, síntomas digestivos).

El Ministerio de Salud de la Nación emitió en noviembre de 2019 un comunicado alertando sobre este fenómeno, que debe ser notificado a las autoridades sanitarias cuando se sospeche.

También se han descripto otros efectos dañinos, como quemaduras por explosión de dispositivos (sus baterías acumulan gran cantidad de energía), intoxicaciones por ingesta accidental de los líquidos (especialmente en niños pequeños o mascotas), y la exposición al humo de segunda y tercera mano, que afecta a quienes no consumen pero están en contacto con los vapores residuales.

Asimismo, tanto las soluciones como las baterías generan un impacto ambiental negativo.

Por último, debemos destacar que los adolescentes suelen compartir el vapeo con pares para sentirse parte de un grupo o como estrategia para calmar la ansiedad.

Preguntar en las consultas médicas si los jóvenes consumen o están en contacto con estos dispositivos es clave. A partir de esa información se pueden diseñar estrategias de prevención en conjunto. Algunas encuestas revelan que más del 47% de los adolescentes estarían dispuestos a probar el vapeo si se les presentara la oportunidad.

Nuestra labor como pediatras es evitar que se inicien en este consumo, y para ello debemos informar clara y tempranamente sobre los riesgos. Las intervenciones deberían comenzar en la preadolescencia.

Desde el Grupo de Trabajo de Consumos Problemáticos y el Comité de Neumonología de la Sociedad Argentina de Pediatría, alertamos a padres, docentes y equipos de salud sobre la necesidad de estar informados y acompañar a nuestros jóvenes.