Estar internado es siempre un hecho estresante para un niño y su familia.
Dependerá de cómo transcurra su hospitalización, del motivo de la internación, antecedentes clínicos, vínculo con el equipo médico, y diagnóstico y tratamientos posibles. Pero también de su edad, recursos psicológicos y cognitivos, contexto familiar y social.
¿Qué siente un niño internado?
Los niños, frente a la enfermedad, responden con su estilo habitual, a veces más intensificado.
Algunos niños sentirán miedo, ansiedad, enojo, tristeza, inquietud, ganas de llorar o de ser más consentidos.
Pueden angustiarse por ver a sus padres preocupados.
¿Qué necesita un niño internado?
La internación desorganiza la vida cotidiana del niño y la de su familia. Impone exigencias y limita las acciones habituales y conocidas. Puede exponerlos a procedimientos molestos, dolorosos.
Esto desestabiliza el soporte emocional propio de la rutina hogareña, conocida, pautada y ordenada.
El niño necesita que le anticipen lo que va a sentir en los procedimientos que le harán, tener información clara, veraz y dosificada sobre su estado y procedimientos.
Que sus padres u otros adultos responsables los acompañen, apoyando y brindando confianza en el equipo de salud, ya que perciben claramente que en el hospital las indicaciones las dan los médicos.
Los niños necesitan contención parental y los adultos a veces se encuentran muy vulnerables, necesitando ellos mismos apoyo.
Si la internación se prolonga, armar una rutina es muy beneficioso. También tener juguetes y objetos propios, de su casa, jugar, estar en contacto con sus pares y familiares, así como sostener una continuidad con las tareas escolares dentro de lo posible.
¿Qué quiere un niño internado?
En primer lugar, estar en su casa, jugando y rodeado de sus afectos.
No sentir dolor, que sus figuras parentales lo contengan, tener objetos conocidos para jugar, que le cumplan las promesas. Por esto último, es muy importante no prometer lo que no es seguro poder cumplir, es fundamental para construir y sostener en vínculo de confianza.
Ser tratado como un niño con una enfermedad y no como un enfermo. Que lo llamen por su nombre.
A veces la internación produce regresiones, generando que el niño se exprese como más pequeño, quiere entonces ser calmado y contenido como cuando era menor.
A veces quieren preguntar sobre su estado de salud y a veces no quieren escuchar más nada.
Algunas instituciones de salud cuentan con equipos psicológicos especializados en acompañar al niño y a la familia durante la internación.