Es una enfermedad muy común en la infancia. Ocupa la tercera causa de infección en pediatría luego de la respiratoria y la digestiva. Es más frecuente en niñas que en varones, así como en la adolescencia y en el inicio de las relaciones sexuales. En los varones, se presenta habitualmente antes del año de edad y, muchas veces, está asociada a malformaciones de la vía urinaria. Luego de esa edad, es sumamente infrecuente.
Es la inflamación, tanto del riñón como de las vías urinarias, por gérmenes (principalmente, bacterias).
¿Cómo está formado el aparato urinario?
El aparato urinario está formado por los riñones, donde se forma la orina. Luego, la orina se traslada desde estos mediante unos conductos -llamados uréteres- hacia un reservorio (vejiga), para luego ser eliminada al exterior por la uretra. La infección puede producirse en cualquier parte de este aparato urinario.
La infección urinaria puede ser clasificada en alta (cuando compromete al riñón) o baja (cuando se ve afectada la vía urinaria, básicamente la vejiga).
¿Cómo se manifiesta?
El cuadro clínico de una infección del tracto urinario es variable y se convierte en más específico a medida que el niño es mayor y puede verbalizar sus molestias.
La evolución de la infección urinaria es ascendente:, puede iniciarse en la vulva en mujeres o en el glande en los varones. Luego, afecta vejiga (infección urinaria baja) dando manifestaciones:
● Molestias o dolor abdominal bajo (debajo del ombligo).
● Sensación permanente de ganas de orinar.
● Ardor o molestia al orinar.
En caso de no tratarla a tiempo, la infección continúa su evolución ascendente hacia riñones (infección urinaria alta), donde manifiesta:
● Fiebre.
● Repercusión del estado general.
Los síntomas varían con la edad del niño, el lugar y la severidad de la infección.
Recién nacidos (0-1 mes): Al no poder verbalizar los síntomas de infección urinaria baja, generalmente se detectan cuando llega al riñón (infección urinaria alta), manifestándose como rechazo a la alimentación, vómitos, fiebre o hipotermia y marcado decaimiento.
Lactantes (1-12 meses): rechazo a la alimentación, vómitos, fiebre sin foco claro, orina con mal olor, peso estacionario (que no aumenta entre controles) e irritabilidad.
Preescolares y niños mayores: tienen manifestaciones asociadas a la vía urinaria, como la urgencia para acudir al baño, dolor al orinar y dolor lumbar.
¿Cómo se llega al diagnóstico?
En ocasiones, el aspecto turbio y el olor fuerte de la orina pueden hacernos pensar en una infección. Los análisis de orina muestran frecuentemente glóbulos blancos y, a veces, pus. Sin embargo, el diagnóstico de certeza se logra mediante un cultivo de orina positivo que debe ser solicitado por el pediatra.
¿Cómo recolectar la muestra de orina?
La muestra de orina debe ser recolectada en un frasco estéril que debe abrirse en el momento en que el niño orina y NUNCA en una bolsa colectora. Debe hacerse luego de haber realizado una buena higiene de la zona genital con agua y jabón sin uso. No deben usarse antisépticos tipo povidona o clorhexidina en jabón o líquidos, ya que pueden afectar los resultados del análisis. En las niñas, recomendamos limpiar de adelante hacia atrás separando los labios mayores, y -en los varones- adecuadamente alrededor del prepucio. Enjuagar con agua hervida tibia para arrastrar los gérmenes de la zona. La muestra obtenida debe procesarse antes de las 4 horas; si no, debe refrigerarse hasta por 24 hs y ser trasladada en frío tanto para análisis como para cultivo. No es correcto realizar el diagnóstico solamente con el sedimento urinario debido a la alta posibilidad de contaminación de la muestra.
¿Por qué es importante el diagnóstico y el estudio de la infección urinaria?
El diagnóstico correcto y precoz es muy importante para que el pediatra pueda definir qué estudios por imágenes son necesarios. Mediante su estudio, se puede llegar al diagnóstico de malformaciones hasta ese momento no detectadas de la vía urinaria. Detectar este tipo de malformaciones en forma precoz puede ser un elemento útil para prevenir un daño renal irreversible.