Editorial


La violencia como generadora de problemas de la salud infanto-juvenil
 Tradicionalmente la violencia ejercida contra niños y adolescentes no fue pensada como motivadora de alteraciones de la salud.  Es por ello que desde hace diez años sostenemos que, teniendo en cuenta las graves modificaciones que produce en el crecimiento y desarrollo y la variedad de situaciones mórbidas que origina que en casos extremos pueden provocar hasta la muerte debe ser considerada como una entidad generadora de problemas de salud infanto-juveniles.
Al transformarse en uno de los máximos estados de indefensión del individuo significa una grave encrucijada en la vida del niño victimizado, su familia y la comunidad a laque pertenece.  Para el primero representa una circunstancia de extrema gravedad en la cual pone en peligro los mecanismos psicobiológicos de adaptación; la familia manifiesta en forma ostensible su fracaso para constituirse en institución continente del niño y la comunidad muestra su desinterés en asumir la misión protectora y solidaria que debe tener hacia los seres indefensos.

La mayoría de las veces los niños y adolescentes son sólo los emergentes de una situación previa: una familia maltratante inserta en una comunidad violenta, donde la madre o el padre aparecen como los efectores finales de esta compleja situación.
Existe una marcada preocupación en los distintos ámbitos relacionados con la atención de niños y adolescentes en todo lo relacionado con los problemas de salud que origina la violencia.  Este ponderable esfuerzo tiene limitantes muy importantes al momento de definir una conceptualización concreta y acordada entre las distintas disciplinas y sectores que trabajan en esta problemática.

Enmarcado en este contexto y como un aporte definimos violencia "a la aplicación por parte de distintos agentes (estados, comunidades, instituciones, familias e individuos) de medios o procedimientos que por acción u omisión vencen la resistencia, se ejecutan contra el modo natural o fuera de toda razón y justicia".

La violencia se ha transformado en un hecho cotidiano en la sociedad de nuestros días, lo que demuestra una grave crisis en la vida de la humanidad.
Quienes estamos preocupados por esta creciente problemática y sus consecuencias debemos unir esfuerzos y consensuar ideas-fuerza que nos permitan impulsar una "cultura de la no violencia" orientada al bienestar, la solidaridad y la equidad de todos sin ningún tipo de discriminación.
Hay que reconocer que la variada tipología, su desconocimiento, ocultamiento y la escasez de estudios investigativos dificultan poder dimensionar con exactitud la severidad de los daños a la salud producidos en tan importante grupo etario.
Desentrañar la multiplicidad de factores de riesgo que originan estas situaciones límite de la interrelación humana es un desafío que es necesario asumir.  Ningún profesional del equipo de salud puede desconocer lo que potencialmente implica el ejercicio indiscriminado de violencia por parte de una serie de agentes maltratantes o violentos extrafamiliares, comunitarios e intrafamiliares y las consecuencias presentes y futuras para la salud infanto-juvenil.

Otro aspecto a tener en cuenta es que, si bien la violencia puede afectar a cualquier nino o adolescente en forma universal, las diferencias y disparidades bio-psico-socio-ecológicasjuegan un papel esencial.
Lnvestigaciones de distintas disciplinas confirman la existencia de conductas agresivas en el hombre a través de su evolución.  Existen varias teorías que pretenden explicar y dar respuesta a esta conducta que carece de propósitos benéficos para sus semejantes y que se transforma en inhumana y brutal.
La necesidad de intentar ayudar en la búsqueda de respuestas válidas a tan acuciante cuestión nos permite sugerir y recomendar la implementación de acciones propias del sector salud e intersectoriales orientadas con criterio anticipatorio y preventivo.  No ignoramos que resulta difícil imaginar soluciones universales para situaciones tan variadas y heterogéneas.

Los pediatras, como integrantes insustituibles de los equipos de salud que atienden niños y adolescentes, tenemos la ineludible responsabilidad de reflexionar sobre las graves consecuencias que origina la violencia.
Esta compleja realidad y las dispares situaciones que genera nos obligan a una adecuada actualización y capacitación en esta problemática.

Es aconsejable ser originales y creativos en cuanto a las acciones de prevención, diagnóstico y tratamiento a desarrollar.
No sólo debemos trabajar por la supervivencia de los afectados sino en salvaguarda de sus potencialidades y su futura adaptación social.
Desde los distintos ámbitos de nuestro quehacer bregaremos a favor del fiel respeto de sus derechos esenciales, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Convención Internacional de los Derechos de¡ Niño de 1989 e incorporados a la Constitución Nacional en 1994 en el Artículo 75.
Todo ello contribuirá a dar respuestas coherentes y posibles a los requerimientos comunitarios.
El camino a transitar no será fácil; todo cambio innovador y la búsqueda de nuevas verdades genera rechazos y críticas.
El compromiso que tenemos con nuestra sociedad de retribuirle con servicios todo lo que nos ha brindado hace que valga la pena asumir el desafío.Los niños y adolescentes lo necesitan y lo merecen.

Dr.  Roberto J. M. Mateos