Boletín
Lactancia Materna Hoy
El
bebé que llora: ¿es eso cólico?
LINDA KUTNER – RN-BSN, IBCLC –,
Mother Baby Journal, Noviembre de 1999.
Vivir
con un niño que llora excesivamente día
tras día es una gran preocupación para
la familia. Cuando se diagnostica cólico, muchos
padres se sienten aliviados de, finalmente, tener un
diagnóstico. Wessel y colaboradores definieron
el cólico como ataques de llanto o molestia inexplicable,
que dura más de 3 horas por día, más
de 3 días por semana, más de 3 semanas,
en lactantes más de 3 meses.
Una vez que estos bebés comienzan a llorar, parecen
incapaces de parar.
Actualmente, el cólico parece ser el diagnóstico
de moda para cualquier bebé que se molesta o
llora más de lo que los padres creen normal.
El diagnóstico ya no se restringe a los criterios
de Wessel. Los profesionales de salud y los padres son
rápidos en diagnosticar que un bebé tiene
cólico. ¿Será porque, una vez instaurado
este diagnóstico, la investigación terminó,
y sólo resta esperar que el bebé crezca
para superar esta aflicción?
El verdadero cólico parece no tener cura. Pero
la "Conducta Colicosa", frecuentemente tiene
una causa específica y los síntomas pueden
ser atenuados, si no eliminados, trabajando para descubrir
la causa.
El consejo más frecuente que se da a una madre
que amamanta a un bebé con cólico es pasar
al bebé a fórmula. Esto, por supuesto,
aumenta el sentimiento materno de inadecuación
para la crianza y, más aún, cambiar a
fórmula no alivia el llanto.
La anestesia peridural podría ocasionar bebés
más llorones más difíciles de manejar,
el quinto día y al mes de vida (Murray y Col.).
Las madres fumadoras (de más de cinco cigarrillos
diarios) refieren más frecuentemente llantos
de sus bebés. Se encontró que fumar más
de 15 cigarrillos diarios disminuye significativamente
los niveles de prolactina en plasma y aumenta los de
somatostatina, péptido inhibidor de la liberación
de prolactina. Ambos hechos combinados pueden resultar
una disminución de la provisión de leche
en las madres fumadoras.
Bebés amamantados catalogados como colicosos,
o de conducta colicosa, pueden estar reaccionando a
algún componente de la dieta materna. Algunos
aceites esenciales, o los sabores de ciertos alimentos,
pueden pasar a la leche, y el bebé puede ocasionalmente
reaccionar a esta presencia, pero esta conducta no deberá
ser clasificada como cólico del lactante. En
otros estudios, alimentos como cereales, arroz, productos
lácteos, huevos, legumbres, cítricos,
chocolate, carne vacuna o de cerdo causaron reacción
en bebés que fueron calificados como de conducta
colicosa.
En otro estudio, la supresión de la ingesta de
lácteos en la madre mejoró el cólico
en sus bebés. La intolerancia a proteína
de LV ingerida por la madre ocasiona bebés irritables,
que rechazan el pecho, o presentan vómitos y
regurgitaciones mayor de lo esperado, presentando deposiciones
líquidas y muy frecuentes.
Amamantar con horarios rígidos puede conducir
a un bebé a una conducta colicosa por distintas
razones. En primer lugar, limitar la frecuencia y/o
duración de las mamadas puede frustrar e irritar
al bebé. Si el bebé da señal de
que necesita ser alimentado y sus señales son
ignoradas, es posible que deje de demandar. Entonces,
¿cómo verá al mundo y a sus cuidadores,
si sus demandas de cuidado y atención son ignoradas?
En segundo lugar, puede ocurrir una complicación
por sobrecarga de lactosa. La madre cree que es necesario
que el bebé tome de ambos pechos y sin exceder
un tiempo predeterminado. Así, las mamadas consisten
principalmente en leche inicial, rica en lactosa pero
pobre en grasa. Esto se asocia con rápido tránsito
intestinal, heces explosivas, líquidas y verdosas,
aumento de la formación de gas, con aumento de
vómitos y regurgitaciones. Todo esto conduce
a un bebé inquieto y colicoso.
En estos dos casos, hay que enseñar a las madres
a confiar en el bebé y en sí mismas, y
a amamantar "por señales". El bebé
debería permanecer en el primer pecho dado hasta
que lo deje espontáneamente o se duerma. Se le
puede ofrecer el segundo pecho luego de eructar, si
da signos de precisarlo.
En las culturas occidentales, se diagnostica cólicos
hasta en el 20% de los bebés, pero esto es mucho
más raro en otras culturas donde los bebés
muy raramente son separados de sus madres. El llanto
excesivo es una de las quejas más frecuentes
de los padres en búsqueda de ayuda profesional
durante el primer año de vida de sus hijos. Como
adultos, el llanto de un bebé nos resulta inquietante,
irritante y hasta exasperante, pero nuestra cultura
nos enseña que debemos tratar de calmar al bebé
con un chupete, un biberón, un cambio de pañales,
y que sólo como último recurso deberíamos
alzarlo.
¿Puede que nuestros métodos de crianza
sean responsabilidad de que el 20% de nuestros bebés
tengan diagnóstico de cólicos?
El cólico es real, pero antes de calificar a
un bebé como colicoso, investiguemos todas las
posibilidades, incluyendo las expectativas parentales
no realistas. Los estudios muestran que los bebés
que son alzados lloran menos. ¿Podemos enseñar
a los padres a aceptar y utilizar esta solución
de baja tecnología?
¿Podemos, como profesionales de la salud, disminuir
la frecuencia del cólico y las conductas colicosas
enseñando a los padres lo que es una conducta
normal y esperada
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