Cesárea y lactancia

 

La vía natural de nacimiento en la especie humana es el canal vaginal. 

 

En Argentina, el porcentaje de cesáreas en los hospitales públicos es alrededor del 30 % y, en el medio privado, alrededor del 60 % (esto quiere decir que 6 de cada 10 partos son por cesárea). 

Cuando la tasa de cesárea se acerca al 10 % a nivel poblacional, justificada desde el punto de vista médico, es eficaz para prevenir la morbimortalidad materna y perinatal; cuando es superior al 10 %, no se asocia con mejores resultados. 

No están demostrados los beneficios del parto por cesárea cuando el procedimiento no está médicamente fundamentado y, por lo tanto, es innecesario. Como en cualquier otra cirugía, la cesárea está asociada a riesgos a corto y a largo plazo, que pueden perdurar por muchos años después de la intervención y afectar la salud de la persona gestante y del recién nacido/a, así como los futuros embarazos. 

El inicio de la lactancia luego del nacimiento por cesárea puede presentar inconvenientes por diversos motivos, entre otros:

-el aumento de la probabilidad de que el acople del recién nacido/a al pecho materno se inicie tardíamente, 

-el dolor postquirúrgico, 

-la posibilidad de la instalación de la secreción láctea más tardía y 

-la succión enlentecida en los neonatos en estas circunstancias. 

Los cuidados postquirúrgicos de la cesárea pueden retrasar la primera interacción madre-hijo/a, no solo en los primeros minutos luego del nacimiento, sino más tarde también. 

En el nacimiento, un gran pulso de oxitocina (hormona que produce el organismo) estimula las contracciones uterinas, promueve el progreso del parto y el alumbramiento, previene el sangrado y aumenta la temperatura del pecho materno para el Contacto Piel a Piel (CoPaP) con el recién nacido. A su vez, en respuesta al Contacto Piel a Piel, se liberan nuevos pulsos de oxitocina, que promueven en la glándula mamaria la producción y eyección de leche. Esta hormona, liberada dentro del sistema nervioso central de la persona gestante, induce relajación y bienestar, en un momento clave para el apego. Este último efecto no está garantizado con la administración de infusión de oxitocina sintética por vía endovenosa, ya que ésta no atraviesa la barrera hematoencefálica. 

Cuando la cesárea es electiva, sin trabajo de parto que la preceda, es probable que la producción de oxitocina ocurra de manera diferente a la que se produce durante el trabajo de parto que precede a un parto vaginal o a una cesárea con indicación médica. 

Una revisión sistemática reciente concluyó que el estrés y las intervenciones médicas durante el parto pueden influir en los efectos de la oxitocina y, por lo tanto, afectar negativamente el inicio de la lactancia materna.

Por lo que todas las acciones tendientes a reducir el estrés y las intervenciones médicas innecesarias favorecen la liberación y los efectos de la oxitocina.

La exposición repetida a la oxitocina puede contribuir a beneficios para toda la vida de la lactancia, para la madre y el bebé, e incluso puede contrarrestar algunos efectos negativos de las intervenciones médicas. 

Luego del nacimiento, el Contacto Piel a Piel, propicia un mecanismo de retroalimentación de oxitocina que podría favorecer especialmente a la díada sometida a una cesárea electiva. 

El equipo de salud puede ayudar a las madres a "tomar posesión" de su bebé, reconocer barreras y trabajar para facilitar el Contacto Piel a Piel inmediato al nacimiento en el quirófano, siempre que la madre esté alerta y receptiva y que el bebé se encuentre en buenas condiciones salud y estable, bajo supervisión permanente del personal de salud.

Referencia: Programa integral de actualización en lactancia – Enfoque cronológico