El 14 de septiembre, se conmemora el Día Mundial de la Dermatitis Atópica con el objetivo de visibilizar y concientizar a la población general acerca del impacto de esta enfermedad inflamatoria crónica de la piel, siendo uno de los motivos de consulta más frecuentes para los alergistas y dermatólogos pediatras así como para el pediatra general.
En nuestro país afecta del 5 al 9,7% de los niños y al 3% de los adultos, aunque puede que la prevalencia sea aún mayor, debido al aumento en el diagnóstico de casos en los últimos años por múltiples causas, como el estilo de vida occidental, mayor edad materna, amamantamiento por período corto con ingesta precoz de fórmula, polución, tabaquismo materno, migración de áreas rurales a centros urbanos, cambios ambientales, exposición temprana a pólenes, ácaros u otros alérgenos, en individuos genéticamente predispuestos con antecedentes familiares de alergias.
La enfermedad se caracteriza por presentar piel seca e intenso prurito, con una distribución y morfología típicas, cursando con períodos de exacerbaciones con brotes de eczema, y remisiones.
Existe una verdadera alteración de la barrera cutánea, encontrándose más permeable y en forma anormal a múltiples desencadenantes como infecciones, alérgenos ambientales y alimentarios, irritantes y estrés, que desencadenan los brotes.
Alrededor del 50 % de los casos se diagnostica en el primer año de vida, siendo a menudo la primera manifestación de la enfermedad alérgica, pudiendo presentar otra patología atópica como rino-conjuntivitis alérgica, asma y alergia alimentaria (conocida como “marcha atópica”).
Aproximadamente el 60% de los niños supera esta enfermedad en la adolescencia, aunque más del 50% puede tener algunas exacerbaciones en la adultez.
Si bien la mayoría de los pacientes presenta formas leves, del 30 al 40% presenta formas moderadas a severas, impactando negativamente en la calidad de vida del paciente y de su familia por afectación del descanso y de las actividades diarias y sociales, requiriendo un abordaje multidisciplinario y tratamiento sistémico.
Se ha observado que cuanto más pequeño es el paciente y más severa su dermatitis, es más probable que algún alimento esté involucrado, como el huevo, la leche y el maní.
El objetivo principal es la mejoría de la calidad de vida del niño y de su familia, evitando además, sus complicaciones.
Esto se logra instaurando medidas básicas del cuidado de la piel con hidratación diaria y con tratamiento médico específico en caso de exacerbaciones.
Actualmente, el mayor conocimiento de su fisiopatogenia, considerándola una verdadera enfermedad metabólica, ha permitido avances importantes en el tratamiento tanto tópico como sistémico para el abordaje de los niños con dermatitis atópica.
Comité Nacional de Alergia
Comité Nacional de Dermatología